El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía exhibe hasta el próximo 24 de febrero la exposición «Chris Kilip work», en la que ofrece a los visitantes una inmersión en el trabajo del fotógrafo de la Isla de Man.
La obra de Chris Killip (Douglas, Isla de Man, 1946) supone la punta de lanza de la fotografía como instrumento de denuncia social en la década de los ochenta.
Killip trabajó como publicista en Londres durante su juventud, pero no fue hasta su regreso a la Isla de Man que empezó a destacar como retratista. La primera parte de la exposición muestra parte de su periplo por su isla natal, retratando a amigos y familiares con acusada predilección por las gentes de avanzada edad y sus rostros curtidos, ajados, cuarteados por una vida dura que incluye la experiencia vital de la II Guerra Mundial. El tratamiento de la fotografía con bromuro y gelatina de plata logra una mayor brillantez en el juego de claroscuros de la imagen.
En la segunda parte de exposición nos sumergimos en el proceso de desindustrialización del norte de Inglaterra y la agonía de la clase obrera nacida al calor de los grandes astilleros del área metropolitana de Newcastle y la ribera de río Tyne.
Es ésta parte de la obra de Killip la que le ha concedido al autor mayor fama. Sus fotografías se han tomado como el retrato del Thatcherismo y las consecuencias económicas y sociales sobre las clases proletarias, aún cuando gran parte de las fotografías presentadas son anteriores a la llegada de Margaret Thatcher al número 10 de Downing Street y el proceso de desindustrialización de los años ochenta se inició en los mediados de los setenta.
La última parte de la exposición nos acerca la visión del fotógrafo al aislado y arisco pueblo costero de , especialmente a algunos de sus habitantes con quienes Killip llegó a trabar algo parecido a una amistad. El Museo nos facilita entrar en la mente del autor con una proyección en la que éste comenta su experiencia en Skinningrove y el significado de algunas de las fotografías expuestas, lo que regala a los visitantes una mayor comprensión sobre las mismas.
En las fotografías descarnadas de Killip, el fotógrafo trata de no existir, de pasar desapercibido incluso cuando los retratados miran a la cámara. La conjunción de un paisaje urbano desolador con los habitantes que le dan sentido, provoca en el espectador un desasosiego inquietante. Impresionan las series de fotos donde en pocos meses un barrio obrero queda devastado por la deslocalización (calles desconchadas, casas quemadas, tejados volatilizados). Killip nos abre una ventana a la fragilidad humana, pero también a la encomiable capacidad de resistencia de las personas ante la adversidad.
Artista: Chris Killip.
Lugar: MUSEO NACIONAL Y CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. Edificio Sabatini, Planta 3
Plazo: 2 octubre, 2013 – 24 febrero, 2014
Me ha impactado mucho la última fotografía que compartes. Lo primero en lo que he reparado es en que los zapatos le van muy grandes, y de un modo difícil de explicar, me ha conmovido. Luego reparo en el resto de los detalles de la fotografía y se realza esa sensación de dureza de la situación que debía enfrentar el retratado, que no deja de ser un niño.
Espero pasar pronto por la exposición, para poder así compartir pareceres. Por lo pronto sólo puedo decir que tras leerte, me he quedado con más ganas de pasarme por allí a verla.
El mundo de la fotografía te hace viajar a lugares y momentos que sería imposible conocer de otro modo, es un punto común con los libros. Ambos a su modo te dejan una ventana abierta a la imaginación. Los libros invitan a dibujar las imágenes que se leen y las fotografías a poner palabras a la impresión que captura nuestra vista.
Me gusta alimentar la imaginación.